Un puñado de no-lugares del Poble Nou, Barcelona

En pasadas semanas, en este mismo blog,  hice referencia a diversos aspectos del concepto de no-lugar. Retomando la definición de Marc Augé, los no-lugares son «espacios donde no pueden leerse las identidades, ni las relaciones, ni la historia«, es decir, carecen de todo tipo de relación con el entorno, no son reseñables para los observadores como elementos culturales y, por supuesto, no se encuentran habitados. El elemento más clásico de no-lugar es el aeropuerto (aquí podéis ver alguna de las críticas a la consideración de no-lugar de los aeropuertos), el cual puede calificarse como un gran «espacio de anonimato», un elemento que puede repetirse en cualquier lugar, de forma serial,  sin vinculación con el paisaje. Podríamos añadir, además, las paradas de los autobuses o los centros comerciales. Sin embargo, desde mi punto de vista, también pueden agruparse bajo la misma definición aquellas ruinas, desechos urbanos y obras inacabadas de nuestro contexto más cercano.

En un paseo por mi barrio he intentado buscar estos espacios y logrado localizar y fotografiar algunos. Cada vez tengo una mayor certeza del poder intrínseco de transformación de dichos no-lugares. El mismo Augé ha señalado la potencialidad de estos elementos como «metáforas», elementos que pueden recordarnos un tiempo que pasó y que no debe volver a producirse, pudiendo incluso convertirse en formas de arte. Yo, por mi parte, los veo como testigos, presencias manifiestas y resistentes frente a falsas promesas de modernización.

Os dejo con algunas de estas fotos a ver que pensáis vosotros/as.

Fotografías 

Autor: Fuente propia (aquí)